Joker causó sensación en su estreno de 2019 y no sólo fue un éxito de taquilla, sino que además ganó dos Premios Óscar. La aclamada actuación de Joaquin Phoenix estuvo acompañada por una impecable dirección de Todd Phillips, quien agregó detalles que hicieron distinguir a la película. Uno de ellos combinó la trama con las tomas y probablemente pocos lo notaron. 

El personaje de Arthur Fleck tiene una transformación asombrosa a lo largo de los 122 minutos que dura la cinta y la forma que encontró el director para mostrarlo fue muy original. Joker pasa de ser un marginado social totalmente incomprendido a ser aceptado por los otros y encontrar ese protagonismo que lo caracteriza. 

En las primeras escenas, para retratar la debilidad del personaje, se eligieron encuadres pequeños, cercanos y con objetos, sombras o personas que ubiquen por detrás al actor. La intención fue dejarlo postergado en la imagen, tal como se sentía personalmente.

El recurso psicológico se repitió en todo el film y para dejar ver el surgimiento del protagonista se hizo exactamente lo contrario: enfoques amplios, abiertos, donde la figura de Phoenix se lució completamente. Un claro ejemplo es la escena de las escaleras, donde Joker demuestra toda su confianza.

Si bien la dirección fue una de las virtudes de la exitosa película, no pudo llevarse ningún premio: Phillips estuvo nominado en los Óscar, los Globos de Oro y los Premios BAFTA, pero no logró ganar ninguno. El cineasta tiene en carpeta dos cintas más del Joker, aunque aún no hubo confirmaciones oficiales.