La cuarentena y el tiempo en el hogar fue la excusa perfecta para que las series en streaming tuvieran un pico de audiencia impresionante. Y así como las ficciones nuevas se transformaron en un enorme atractivo, otras producciones históricas volvieron a cobrar relevancia, posicionándose entre las tendencias. Un claro ejemplo fue The Office, el show que se extendió durante 9 temporadas y que es recordado hasta el día de hoy por su humor tan particular.
Creada, primero, por Ricky Gervais para el Reino Unido, la nueva versión estadounidense llegó a NBC en 2005 y se convirtió en un suceso gracias a su recurso de falso documental, un reparto sólido y una serie de sucesos hilarantes. Justo cuando la historia en la oficina avanzaba y se volvía cada vez más atrapante, una despedida anticipada desconcertó a los espectadores que poco a poco perdieron el interés en The Office, disminuyendo significativamente sus cifras de audiencia.
Fue para la séptima temporada que Steve Carell decidió abandonar la ficción. Y no era cualquier miembro del reparto: era el protagonista, el encargado de darle vida a Michael Scott, el que marcó un antes y un después en las series de comedia. ¿Pero qué ocurrió verdaderamente? La historia real se conoció muchos años más tarde, justo cuando volvió a ponerse de moda el programa de televisión y Andy Greene publicó el libro The Office: The Untold Story of the Greatest Sitcom of the 2000s.
Allí se reveló que, en 2010, Steve Carell dialogó con la BBC y explicó que quizás quedaba poco tiempo de él en la serie. No lo había pensado lo suficiente aún, tampoco había tomado la decisión. Casi que se trató de un pensamiento en voz alta. Pero ese mismo comentario al azar, le dio pie para descubrir que ningún productor se alteró con su comentario, tampoco para retenerlo en The Office. Y sus conclusiones fueron claras: “Realmente no les importa si me voy”.
Aunque estaba dispuesto a continuar con su contrato, según sus compañeros del equipo técnico de la serie, lo cierto es que no se encargaron de renovar su participación con interés. Sumado a aquello, una serie de propuestas interesantes en su pico de fama lo impulsaron a tomar la decisión final: abandonaría el set de The Office y cedería el rol protagónico. Se trató, entonces, de un triste desenlace para uno de los mejores personajes de comedia que se han visto en el último tiempo.