Bella Cherry es una joven sueca de 19 años que acaba de llegar a los Estados Unidos con intenciones de convertirse en la próxima estrella porno de la industria. Pero lo que imagina en su cabeza se va resquebrajando a medida que pasa por diferentes experiencias que la llevan a ser víctima de la violencia y el machismo dispuesto en las normas de ese ambiente. Hasta ahí la premisa de Pleasure,la nueva película que estrena MUBI en su catálogo.
Se trata de la ópera prima de la cineasta Ninja Thyberg y que, por cierto, recibió el elogio de los críticos durante su lanzamiento en el Festival Internacional de Cine de Cannesen 2021. No es para menos. El filme se propone, a través de una mirada intensa, astuta, inteligente y necesaramiente explícita, desentrañar el modus operandi que se utiliza para hacer pornografíadesde siempre.
Resulta interesante la elección del título de la película, siendo el primer elemento con el que Thyberg sugiere un estudio metafórico y hasta irónico de esta historia porque si bien la protagonista es mujer, los hechos nos llevan a pensar si realmente se trata de vivir su placer o el de otros. Por eso: ¿placer para quién? Al inicio de la película ya se esboza algo de esto. Bella se prepara para filmar la que es su primera película porno, pero hay ciertos parámetros que debe cumplir. Uno de ellos es depilarse por completo sus genitales, porque así se ve una mujer “sexy” en la pornografía ¿Según quién? Según quienes hacen y consumen esta pornografía, que en su mayoría son hombres heteropatriarcales. Y son ellos losque deciden cómo debe lucir una mujer, si debe mostrar sus tatuajes, si debe tener piercings, o si debe estar depilada.
En este último tiempo, el paradigma se ha ido modificando. Que en distintas oportunidades, influencers o famosas hayan mostrado su vello natural en redes sociales ha permitido ver con otros ojos estos temas, pero lo cierto es que hace solo un tiempo no muy lejano, el vello femenino en ciertas partes del cuerpo (como en las axilas)era sinónimo de descuido y de burla de varones o dealgunas mujeres, sise mostraba públicamente. La pornografía mercantilizada no es una excepción, de hecho, es el espacio donde más se han ido expandiendo estos preceptos del cuerpo femenino y que -de alguna manera- han ayudado a la construcción de un arquetípico de belleza determinado.
No obstante, Thyberg apela al”se produce lo que se consume y es esto” y tampoco es que esté buscando responsables.No es menor destacar que figuras reales del porno son parte de la cinta. Desde la intérprete Evelyn Claire hasta el conocido agente Mark Spiegler, fundandor de Spiegler Girls. Pero creo que su mirada no deja de ser menos crítica por eso.
Es imposible negar que si bien las actrices actúan en base a su voluntad, el contenido que se consolida en el mercado siempre termina ajustándose a leyes impuestas por un grupo selecto de hombres de mediana edad, algo que se opone -en algún punto- a la liberación del cuerpo femenino. Está claro que el porno no es el conflicto, sino cómo se elige hacerlo. Entonces, a través del recorrido de la protagonista, Thyberg va esbozando varias de esas reglas, pero también los métodos que se utilizanpara escoger a las artistas.
Bella está dispuesta a todo y llega a la ciudad con ganas de ser toda una celebridad de la industria, pero concretar su sueño tiene un precio elevado y ese camino a la fama se va oscureciendo poco a poco. En su nueva casa, comparte la estadía con otras tres actrices, entre las que se encuentra Joy,interpretada porRevika Anne Reustle, quien si bien también es novata en el mediono tiene sus mismas aspiraciones. Ella es contestataria, rebelde y quiere dedicarse al porno aunque jugando con sus propias reglas.
Cabe resaltar que hubiese sido cautivador que este personaje se desarrollaraun poco más, puespodría ser una especie deabanderada del porno feminista o al menos en vistas de serlo.Bella parece estar de acuerdo con algunos de los pensamientos de Joy,pero en verdad se contraponen rotundamente a sus intereses primarios. Por eso, prefiere alinearse a las figuras más importantes del porno y es allí donde la industria va mostrando su verdadera cara.
Thyberg no se priva de exponer la violencia en su máxima expresión en ninguna de las escenas de la película, pero hay una en particular que vale la pena mencionar. Tal vez una de lasmás complejas de toda la cintay en la que Bella debe enfrentarse a una agresión y humillación extrema. La edificación que hace Sofia Kappel de las emociones de su personaje aquí son realmente impresionantes. La actriz sueca logra llevar a cabo una secuencia tan feroz como desagradable de la que es difícil recuperarse.
Pero más allá de lo explícita a nivel visualque puede resultar esta escena y tantas otras del filme, vale mencionar que los diálogos también cuentan con una crudeza insoslayable en los que la protagonista terminaseñaladacomo la única “responsable” de sentirse mal en la grabación de una secuencia como esa.“Sabías a lo que venías”, “Tú lo pediste”, “Si no haces la escena completa, no voy a pagarte”, son algunas de las frases que se les puede oír decir a su mánager y a uno de los directores.No hay dudas que la película exhibe con detallismo y brutalidad los “códigos” de eseporno. Todo sin tapujos ni tabúes.
Pleasure navega profundamente por todas las vivencias que llegan a Bella el día que pisa Los Ángeles. Hay que decir que son estas mismas experiencias las que la llevan a reflexionar sobre los alegatos de su amiga, pues en algún punto la invitan no solo a cuestionar sus propios deseos, sino también el sistema en el que funciona la pornografía actual. “¿Es esto lo que verdaderamente quiero hacer? ¿Era esto lo que tenía en mente?”, seguramente podría preguntarse.Por supuesto, el final cuenta con variadas interpretaciones y, en este sentido, deja al espectador la posibilidad de idear diferentes explicaciones a esa última y tan enigmática escena. Sin dudas, un relato muy valiente, osado y filmado con una minuciosidad verdaderamente digna de destacar.
La película tiene una duración de 107 minutos y ya está disponible en el catálogo de MUBI Latinoamérica.