Charlie (George Webster) es un adicto a fumar heroína que se entusiasma con la idea de vivir 100 años. Tattoo Girl (Skye Lourie) es una adicta al sexo que le dice que sería muy triste morirse un día antes de cumplir un siglo de vida. Así, ambos se conocen gracias a sus adicciones y empiezan una peculiar relación a partir del deseo sexual incontrolable que ella tiene.
Pero hay un obstáculo en su camino: el novio de Tattoo Girl, un actor de cine porno que la violenta físicamente. Charlie le pide que lo deje y se vayan lejos de Brighton, ciudad donde se desenvuelven dentro de sus ámbitos underground. Ella acepta la sugerencia, por lo que elaboran un plan para que eso suceda. Sin embargo, no será tan fácil.
En el marco de esa complicidad que viven a partir de coincidir como adictos surge una desnudez que impulsa su propósito, la emocional. Se ahonda en los porqués detrás de sus adicciones, revelándose así que el pasado de Tattoo Girl es doloroso. Saberlo motiva aún más a Charlie para continuar a su lado y huir juntos para reinventar sus vidas. Eso incluye tomar cartas en el asunto con la terapia a la que asiste él y se nos muestra desde el inicio.
Bajo ese contexto, en el marco de una comedia policiaca con humor negro, el director Jamie Patterson canaliza su discurso hacia el poder que poseen los efectos adictivos que podemos encontrar en nuestras elecciones y decisiones. “Creo que me estoy acostumbrando a esto”, pronuncia Charlie cuando descubre en compañía de Tattoo Girl la adrenalina que genera un acto violento. Dicho acto genera la misma reacción en ella.
La sensación que les otorga el hecho de fumar heroína (lo que alude al título de la película) y sexualizar pueden hallarla en cualquier otro estimulante que los haga sentir vivos, o les impida dimensionar la realidad de la vida que llevan. Transferir la dependencia por algo o hacia una sustancia es cuestión de ponerse en movimiento para descubrir y experimentar. Pero esa necesidad de sostenerse en otra cosa o en alguien más no se irá, únicamente se transforma. Incluso si es en la oxitocina, la hormona del amor.
Por otra parte, en lo que puede ser el preámbulo de una relación como la de Mickey y Mallory Knox en Natural Born Killers (Oliver Stone, 1994), sugieren marcharse a México para comenzar un nuevo destino uno con el otro. ¡¿México?! Intencional o no, Jamie Patterson, quien también es guionista de God’s Petting You, incita a Charlie y Tattoo Girl a pensar en un territorio ideal para alimentar sus personalidades adictivas, sobre todo después de conocer las riendas de la violencia en sus manos.
De Brighton a México, un destino adictivo incierto en su etapa final. Solamente el Dios que acaricia a Charlie cuando fuma heroína sabrá por qué hace las cosas y qué futuro les depara.