Vivimos una actualidad en la que se utiliza el término de “periodismo serio” para diferenciar al ejercicio periodístico especializado y de investigación de aquel que se practica día con día bajo la premura de informar lo más rápido posible a costa de sacrificar valores como la ética, la calidad y el compromiso con el tema. Es precisamente ese periodismo serio el que incomoda y cuestiona, el que profundiza y evidencia, pero es a la vez el que pone en riesgo al periodista que lo ejerce desde condicionar su estabilidad emocional, pasando por la latente probabilidad de jugarse la credibilidad, hasta el hecho de que se le arrebate la vida. Y es en el que más confían las víctimas de diversos delitos para encontrar eco a sus denuncias, para hacer visibles los males invisibles.

Es este punto una de las aristas para reparar en una de las lecturas que ofrece Ella dijo, nuevo trabajo de María Schrader, directora de la serie Unorthodox (2020) y la película El hombre perfecto (2021). ¿Cómo se logra la confianza de esas víctimas? Porque no solamente importa la causa ajena, sino también la propia; el periodista hace suya la historia por distintos motivos personales que pueden no agradar a la otra parte. De igual manera importa el medio de publicación, y mucho, porque no es lo mismo creer en un periódico local a un periódico de circulación nacional con trascendencia internacional.

Ahora bien, ¿qué pasa cuando lo denunciable es una serie de abusos sexuales perpetrados por un poderoso hombre de Hollywood contra decenas de mujeres? ¿Por dónde y cómo logra entrar el periodista a nivel emocional a la vida de las víctimas para escarbar el dolor, vencer miedos y denunciar? Hay una escena que puede parecer mínima, sin embargo es relevante: Jodi Kantor (Zoe Kazan) le pregunta a su compañera Megan Twohey (Carey Mulligan) de qué forma obtiene la simpatía de los afectados y ésta le responde que diciéndoles la verdad, es decir, que no puede remediar lo pasado pero sí pueden influir juntos para que eso no vuelva a suceder y nadie más vuelva a padecer algo similar. Este breve diálogo es clave para comprender la cobertura periodística del caso que narra la película basada en hechos reales.

Jodi Kantor y Megan Twohey son dos reporteras del New York Times que escriben el reportaje acerca de los abusos sexuales cometidos por Harvey Weinsteinen contra de muchas mujeres de la industria cinematográfica. Respaldadas por sus superiores y editores para llevar a cabo la investigación, ambas emprenden una laboriosa búsqueda de pruebas y testimonios para hacer públicos los delitos cometidos por el magnate y así las víctimas tengan posibilidad de justicia.

Una de las mujeres violentadas por Weinstein fue la actriz Ashley Judd, quien aceptó participar en esta película para representarse a sí misma en un plano metaficticio. La decisión de incluirla en este filme cobra el valor de un gran gesto con ella luego de que su carrera se viera afectada por negarse a las peticiones sexuales del productor, además de que fue la imagen de valentía para que otras mujeres violentadas se animaran a alzar la voz en el origen del movimiento Me Too en 2017.

A diferencia de otras películas sobre periodistas en el mundo de las redacciones, María Schrader aquí hace hincapié en dos detalles: la labor reporteril femenina y la vida familiar de las reporteras. Mientras que con los hombres se utiliza el cliché del cigarro, los tragos, café con donas, el desorden y un exceso de ansiedad o neurosis, aquí la directora se olvida de todo eso. En primera porque no lo necesita, y en segunda porque sus personajes tienen la opción de ser pulcros en todos los sentidos; su personalidad y forma de trabajar también son herramientas de honestidad y confianza para su labor.

Aproximarse a sus núcleos conformados por pareja e hijos es un recurso que funciona para generar empatía con las periodistas y dimensionar lo que ponen en juego o sacrifican al mismo tiempo que ejercen un oficio apasionante pero demandante como lo es el periodismo. Los temores, lágrimas y distanciamientos con los suyos son muestras de la fragilidad y situaciones que las reporteras de cualquier fuente enfrentan. No es menor esa observación de Schrader tomando en cuenta que en el presente existen propietarios de medios, directores y editores en jefe que se amparan en el precepto de que “la noticia nunca duerme” para invalidar la vida privada de su fuerza reporteril. En este sentido, ojo al trato y las pequeñas líneas que brinda Rebecca Corbett (Patricia Clarkson) a Jodi Kantor y Megan Twohey. Aparte de tener pleno entendimiento de que trabaja con personas, rompe con esa idea de que a gritos se hace periodismo.

Prestar atención al desempeño periodístico de Jodi y Megan es prestarle atención a las víctimas, quienes deben ser las verdaderas protagonistas de Ella dijo. La película bien puede interpretarse como una crónica de la investigación del caso con la salvedad de que no es periodismo sino cine lo que se está viendo. Y en lo cinematográfico, Schrader recurre a algo que han hecho directoras como Patricia Balderas Castro (Ahora que estamos juntas, 2022) y Carla Larrea (Por Magda, 2022). ¿Qué? No visibilizar ni darle mayor importancia al victimario, sino enfatizar como centro de atención a las víctimas. Aquí la realizadora lo hace mediante las reporteras, no obstante también con las mujeres afectadas. Y es que lo prioritario es la causa, que es no callar, así tenga quien tenga que caer, tal como pasó con Harvey Weinstein, actualmente en prisión.