En la nueva comedia Con Todos Menos Contigo (Anyone But You), Bea y Ben parecen la pareja perfecta, pero tras una increíble primera cita sucede algo que enfría su fuerte atracción. Eso hasta que se encuentran inesperadamente en una boda en Australia. Así que hacen lo que cualquier adulto haría: fingir que son una pareja.
Lo nuevo de Sydney Sweeney y Glen Powell recurre a la clásica estructura de una comedia romántica. Una fórmula en la que se desata el conflicto de la manera más absurda posible, generando una serie de situaciones que pone en aprietos a los protagonistas, al punto de que las cosas se vuelven incontrolables. Sin embargo, una vez que parecen haber resuelto sus diferencias, todo el mundo se viene abajo y deben revaluar sus posiciones en este juego amoroso.
Para cualquiera que haya visto este tipo de películas, sabe que el extremar las consecuencias de decisiones cotidianas es lo que conduce a las risas, la vergüenza y la felicidad. En el fondo, a lo que apela la comedia.
Aquí, la película es una seguidilla de graciosas situaciones que se provocan básicamente por la falta de comunicación, inseguridades personales y, en este caso, la evasión del amor. Sensaciones que emanan de aquel momento en que se descubre al pretendiente ideal y los comportamientos ridículos, sin fundamentos, arruinan lo que podría haber sido una bonita relación.
¿Cómo es Con Todos Menos Contigo, la comedia romántica con Sydney Sweeney y Glen Powell?
El espectador puede empatizar completamente con los detonantes de la enemistad que forja la trama de la película. Todo el mundo ha tenido ese tipo de actuar en algún momento. Ahí, la película ya gana.
Pero hay un aspecto fundamental en Con Todos Menos Contigo: la química entre sus protagonistas fluye a raudales y prácticamente no funcionaría sin ellos. Son el pegamento que une todas las circunstancias y el actuar infantil de quienes los rodean, aunque sean adultos que tienen fe en la idealización del amor. Sweeney tiene unos cambios de actitud hipnóticos en pantalla y Powell deja atrás su pose fanfarrona de Top Gun: Maverick, para lucirse como el galán atractivo, pero torpe y emocionalmente descuidado.
Acertadamente, lo que se ve en Anyone but You no es un amor fácil, pero tampoco una atracción imposible. En juegos de celos y disputas por incertidumbres personales, las miradas cómplices y las peligrosas sonrisas coquetas son el sustento de una película que no aburre en ningún momento. Sí, a veces presiona demasiado en la situación absurda, como es el caso de la escena de la araña, pero si ya te encantaste con la simpatía de la película, sabrás perdonarlo.
Mientras se ve, es inevitable hacer memoria. Con Todos Menos Contigo tiene una vibra y espíritu muy similar a ese clásico de los 90’s con Julia Roberts llamado La Boda de Mi Mejor Amigo. Un perfil que incluso va más allá de que la trama se desarrolle en el marco de un matrimonio. Es el tipo de humor, es el encanto de la experiencia, es la magia entre Sweeney y Powell, es la canción pegajosa que no te puedes sacar de la cabeza después de verla.
Con Todos Menos Contigo es una película sobre cómo un vínculo puede surgir en el momento más improbable, en base al humor y el reconocimiento de las imperfecciones. Pero sobre todo ante la necesidad de ser sinceros con uno mismo y con el otro. Poco servirá el esconder, mucho ayuda el entender. No es una apuesta discursiva, todo está expuesto en acciones y con mucha simpatía. Es una recomendada para pasar un buen rato, lejos de las apuestas dramáticas que pueblan la cartelera a propósito de las premiaciones y para los que siempre están dispuestos a tener una risa a flor de piel.
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