Como su personaje en La Casa de Papel, Pedro Alonso suele mostrarse extravagante y divertido en la vida real. El actor de 49 años da rienda suelta a su imaginación y recientemente se volcó a la escritura para lanzar su primer libro, Filipo. En una entrevista contó las increíbles experiencias en que se basó para hacer la obra y además reveló que su personificación de Berlín fue inspirada en México

 

"Filipo llega a mi vida a través de una regresión. Si has hecho meditación y además pintas, que te hagan una regresión, que es una relajación para entrar en una especie de duermevela (NdR: Sueño ligero), no es tan extraño", comenzó el español en declaraciones con La Vanguardia

Las regresiones a vidas pasadas fueron el fruto de la novela que terminó de escribir en un retiro espiritual en Perú. "La clave de todo esto es Tatiana, mi pareja. Ella domina ese proceso de las regresiones, de hecho es hipnoterapeuta y un día me preguntó si me gustaría probar. Entraba en la piel de este militar romano que vivió situaciones muy espinosas y, en cierto modo, reconocibles. De lo que recordé en esas cuatro regresiones nació el libro", indicó. 

Las inquietudes espirituales de Alonso comenzaron después de una crisis existencial que tuvo a los 33 años. A partir de ahí se puso a meditar y a querer conectar con su parte más íntima. Luego de ese proceso fue elegido para interpretar a Berlín en 2017, el que sería el trabajo más importante de su vida.

"Me encontré a quien me inspiró al personaje de Berlín una noche en México. Vi a un tipo que pasó de ser un ángel a un diablo en segundos, casi nos sacudimos. Entraba sin ningún miramiento en los sitios más prohibidos y recónditos del alma. Tuvimos una conversación brutal y de ahí surgió Berlín, un tipo diabólicamente listo", explicó acerca de su inspiración para hacer el icónico personaje de La Casa de Papel. 

 

 

Finalmente, añadió detalles que hicieron que su actuación sea tan elogiada por la crítica. "Decidí apostar fuerte, muy amparado por la dirección de la serie, y porque el personaje me lo permitía todo: podía ser brutal y me salía casi sin tener que pensar. Como si fuera algo que se venía cocinando desde hace años. Así que me tiré de cabeza. Me permití seguramente ir más lejos de lo que como actor había ido jamás. Pero en su versión turbia. Me lo planteé como un brujito malo. La pregunta entonces sería ¿Está todo conectado? Sí. Sospecho que sí", concluyó.