Después de haber protagonizado y dirigido Asesinato en el expreso de oriente (2017), Kenneth Branagh regresa con otro clásico de Agatha Christie para dar vida al célebre detective Hércules Poirot y descubrir al asesino que viaja a bordo del barco Karnak en su travesía por el río Nilo. 

Conocido por ser un tipo respetuoso de las obras literarias que interpreta, adapta o dirige, Branagh traslada esa misma convicción en la pantalla con estricto apego a las formalidades. Como director de orquesta en este trabajo cuida con pulcritud cada detalle para no traicionar la novela original de Muerte en el Nilo

 

La seriedad con que concibe a la literatura y al cine es ejemplificada con el esquema narrativo de su dirección: sin aspavientos, clásico y conservador. Evita las acciones absurdas que emplean muchas películas de Hollywood en la actualidad para forzar un chiste o mostrar al talento de moda sin una función dramática. De igual manera lo demuestra con la música (que es un deleite), los escenarios, el vestuario y el diseño de producción.

Pero con esa sobriedad artística, que por cierto es buena, puede chocar con la generación actual de cinéfilos. ¿En qué sentido? Muchos no están acostumbrados a películas de época, menos aún a producciones que poseen el espíritu de filmes cuya esencia apuesta por un guión sin fuegos artificiales, es decir, con coreografías teatrales dentro de una trama de intriga y limitación de efectos especiales. 

Sin embargo, ello no es impedimento para que Muerte en el Nilo encuentre un perfil comercial que tiene cabida en otro sector de espectadores. Por ejemplo, en aquellos que gustan del misterio con historias del estilo Adivina quién, o son lectores de los libros de Agatha Christie, o tienen fascinación por los relatos del detective Hércules Poirot.

Un punto flanco con Branagh es su reparto tan dispar. Por un lado cuenta con Gal Gadot, una actriz a la que han explotado para que sonría lo más que pueda a cámara en cualquier proyecto que participa últimamente y le cuesta alejarse de ese tono interpretativo que han moldeado en ella, mayor todavía teniendo como director a un hombre que es devoto de la expresión y movimiento teatral. Por el otro tiene a un actor como Armie Hammer, quien ha sido “cancelado” por las acusaciones de canibalismo en su contra. Mención aparte con Annette Bening, una primera actriz muy desperdiciada en este filme.


Así, para los simpatizantes del cine comercial de corte clásico y fans de contenidos cuya premisa obligue a deducir quién mató a quién, Muerte en el Nilo resulta una amena experiencia para disfrutar las palomitas. Ah, ojo a la secuencia inicial que narra el origen del famoso bigote de Poirot. A partir de ahí, Branagh irá soltando destellos de su sello personal como autor: los conflictos shakesperianos.