Con maestría e inteligencia, Netflix ha hecho un gran acierto al volver a apostar por Heartstopper. Si bien en un principio sufrí el típico miedo de cómo iban a desarrollar el segundo cómic de Alice Oseman sin extenderse más de la cuenta, lo cierto es que no cayeron en el clásico derrape de historias sofocantes, mal contadas o extensas por demás.

La segunda temporada de Heartstopper se acaba de estrenar en Netflix y, con ocho nuevos episodios, es una cautivante adaptación de la historia original. No han desviado ningún tema ni tampoco le han restado importancia tanto a la trama principal como a cada una secundaria. Aunque, para entender mi fascinación con esta nueva edición, voy a comenzar por el principio.

En esta ocasión, Heartstopper se enfoca en la relación ya oficial de Nick (Kit Connor) y Charlie (Joe Locke), quienes desde la primera temporada ya dejaron en claro cuál sería el camino para esta edición. Pero, por otro lado, también mantiene como foco principal los problemas del primero, quien todavía no ha podido hablar de su sexualidad abiertamente.

Joe Locke y Kit Connor. Foto: (Netflix)

Es esta situación la que le da, a la serie, un tono dramático pero sin alejarse de lo bonito y lo cercano, fácil de ver, digno de aguantar. Es en este momento cuando entran las relaciones interpersonales de cada protagonista. Es decir, si hay algo que destaca en esta temporada es el valor de la amistad, el entusiasmo por el apoyo entre sí y el acompañamiento de cada padre.

El valor de la amistad es fundamental en este temporada. Foto: (Netflix)

Sin dudas, en cuanto a guion, Heartstopper continúa siendo entrañable, cercana, apacible y con una naturalidad tan fluida que, gracias al gran trabajo de Joe Locke y Kit Connor, se hizo mucho más real. Los actores son, nuevamente, un dúo seductor que mantiene una química intachable llevando así la fluidez de cada escena, con la impronta que se le debe dar.

Hay que destacar que cada tema que se toca es tan necesario como serio e importante y, por eso, los actores protagonistas son tan necesarios para este papel. Su cuidado a la hora de retratar toda la historia es evidente y eso lo lleva a ser mucho más natural, diverso, tierno y comprensivo. Porque, si hay algo por lo que brilla Heartstopper es justamente por su mensaje tan real que es contemporáneo con la sociedad actual.

Kit Connor. Foto: (Netflix)

Y, si bien lo que distingue a Heartstopper de otras producciones es su originalidad al tener una trama LGBTQ+ también lo hace su puesta en escena. Porque, así como en la historia, donde se respetó cada detalle proporcionado por Alice Oseman, también lo hicieron en la escenografía. Bajo la dirección de Euros Lyn una vez más, esta serie es un gran y entusiasmante reflejo de un cómic.

Pues, nuevamente se juega con los recursos visuales en el momento justo y sin la necesidad de abusar de ellos. Por lo que, definitivamente, Heartstopper ha mejorado en todas sus perspectivas sin sobrepasar ningún límite siendo, de esta forma, una de las mejores y más emocionantes adaptaciones de Netflix, pero también series para adolescentes.