Las escenas más hilarantes de The Office han quedado grabadas para siempre en la memoria de sus espectadores. Y es que, desde su llegada a la pantalla deNBC, los fanáticos de las sitcoms han repetido una y otra vez las frases icónicas o memes más que divertidos. Sin embargo, pocos conocen que aquellas situaciones que parecen imposibles en la vida real, en realidad, están inspiradas en hechos reales igual de improbables.
Uno de los capítulos más recordados se titula Koi Pond y tuvo lugar en la sexta temporada. Como bien conocen aquellos que siguieron de cerca la emisión de esta serie –o disfrutaron de sus episodios en streaming- la ficción presenta a un grupo de empleados que trabaja en Dunder Mifflin Paper Company, precisamente en Scranton, Pensilvania. A modo de documental, los vemos a todos ellos alrededor de su jefe: Michael Scott.
Este personaje emblemático en las producciones de comedia fue interpretado por Steve Carell y ha logrado despertar las risas de sus fanáticos. En aquel capítulo, su papel sufre un incidente curioso para los miembros de la oficina. Es que, de camino a una reunión importante, Michael cae en un estanque koi y termina siendo el objeto de burla durante todo el día. Para el final, descubre que en realidad Jim –personificado por John Krasinski– fue quien lo dejó caer.
Aquella situación podría ser tan solo una más de las llamativas historias que plantea la serie basada en la versión británica de Ricky Gervais. Pero, en esta oportunidad, se trata de un momento real entre los escritores de The Office. Warren Lieberstein y Halsted Sullivan, guionistas del capítulo, relataron en el podcast Office Ladies –conducido por las actrices Jenna Fischer y Angela Kinsey– cómo nació la idea.
Al parecer, poco antes de la reunión en la que les confirmarían que serían parte del equipo de guion de The Office, Lieberstein intentó arrojar un chicle en un cesto de basura fuera del edificio. Al hacerlo, cayó en un estanque koi que tenía detrás: “En el momento, no tenía idea del tamaño del tanque de agua en el que estaba cayendo. Creía que iba a morir por el ataque de un tiburón. En milisegundos, me doy cuenta de que estoy en un estanque koi. Estoy empapado. Y todo lo que puedo decir una y otra vez es: ‘Dios mío’”. Rápidamente, debieron correr hasta una tienda de ropa deportiva para encontrar prendas secas y acceder al encuentro que cambiaría sus vidas.