Muchas veces se escucha decir que las familias son para educar y las escuelas para enseñar. Pero, ¿dónde se aprende a diferenciar el bien y el mal? Esta es una dicotomía que pocas veces se ha plasmado en la vida de los más jóvenes. Sin embargo, ahora, Netflix lo ha intentado con el estreno de La Escuela del Bien y del Mal. Esta película es un claro ejemplo de esto y, además, un intento de revalorización de la amistad.
La Escuela del Bien y del Mal llegó a Netflix hace tan solo unas horas y rápidamente causó intriga. Si bien en un principio, cuando se conocieron los primeros avances, generó cierto recelo, lo cierto es que ahora sorprendió más de lo esperado. Hay que destacar que no es una película, quizás apta, para los más adultos, pero a pesar de lo prejuzgada que fue, resulta más aceptable y vistosa de lo que uno podía llegar a imaginar.
Pero, ¿por qué generó tanta controversia a nivel mundial? Pues bien, su duración de dos horas y media era un tanto llamativa para una película con una trama dedicada a los más chicos. La Escuela del Bien y del Mal sigue la vida de dos super amigas, Sophie y Agatha que viven en el pueblo de Gavaldon. Ellas comparten un vínculo de lo más insólito: la primera es una costurera rubia que sueña con huir de su vida, mientras que la segunda tiene madera de auténtica bruja. Pero, una noche, todo cambia porque bajo una luna roja, una poderosa fuerza las arrastra la Escuela del bien y del Mal.
Allí ambas comienzan a conocer lo que parecía increíble: las verdaderas historias de todos los cuentos de hadas. Aunque algo va mal desde el principio porque Sophie es arrojada a la escuela del mal, mientras que Agatha llega a la del bien. Esto es algo que ninguna entiende, pero que sólo pueden revertir con el beso del amor de su vida para cumplir con su propio destino. No obstante, una vez más, no todo sale como esperaban y ahora su única alternativa es sobrevivir a su propio cuento de hadas.
Sin dudas se trata de una historia orientada al pasatiempo juvenil de consumo rápido y que, quienes no alcancen ese público objetivo quizás no se sientan tan atraídos. Pero, esta película lo que logra llevar es un retrato no invasivo justamente para quienes no formen parte del interés colectivo de Netflix. Además, las grandes actuaciones de Sophia Anne Caruso y Sofia Wylie da un claro ejemplo de la amistad y de esa dicotomía entre el bien y el mal que atrae todas las miradas.
Ellas encarnan un vínculo amoroso, de fidelidad, pero con una mirada posmoderna ayudando así a que se entiendan aún mejor sus referencias y su amistad. Porque, por si esto fuera poco, el largometraje tiene cierta ironía y humor que hacen todo aún mejor. Pero, la realidad es que esta parte ya es motivo de la gran labor de guion el cual tiene una desenvoltura y elocuencia perfecta. Esto es porque sabe combinar el amor, la maldad y el bien en una sola historia contando con un gran eje narrativo: la amistad entre las protagonistas.
Por otro lado hay que destacar que en cuanto a lo técnico, la propuesta de Netflix es aceptable y apta, aunque solo para el público al que está referido. Los efectos digitales son aceptables y en líneas generales cumplen, aunque el gigante de streaming verdaderamente podría haber apostado a más. Aún así, más allá de eso, el resto de la historia es apta para disfrutar y hasta se podría decir que fue prejuzgada de más porque terminó superando las expectativas.