En algo que coinciden los cinéfilos mexicanos es con la crítica hacia la persona que se encarga de titular en español a las películas extranjeras. El responsable de hacerlo es un enemigo de los espectadores por arruinar la emoción de ver una película debido a la traducción del nombre.

Más corajes hace pasar cuando el título es prácticamente un spoiler o el final de la historia. Da la impresión de que lo hace con toda la intención de amargar la experiencia de acudir a una sala de cine. En ocasiones parece hacerlo sin que haya visto la película, o en su defecto la vio pero no le puso atención.

A uno de los directores que peor le fue por ese asunto es a Quentin Tarantino con Jackie Brown a principios de 1998. La película cuenta con un reparto que ya por sí mismo no requería de mayor movimiento para captar el interés del público. Si a eso se le suma que todavía permanecía el furor por Pulp Fiction, la inquietud por ver lo nuevo de su director era demasiada.

Pero (sí, siempre hay un pero) alguien tuvo la ocurrencia de no respetar su nombre original y la rebautizó con el agregado de La estafa. En aquellos años no existía la tecnología actual, por lo que el público se dejaba llevar por los títulos que leía en las marquesinas, ese apartado que incita al cinéfilo a comprar un boleto, o a desistir de hacer escala en el cine.

Con Jackie Brown sucedió que se anunciaba como La estafa, un nombre nada atractivo y que, para colmo de males, resumía en esas dos palabras todo lo que Tarantino elaboró detalladamente para que el espectador se sorprendiera al terminar de ver su filme.

Fans que vieron la película, con justa razón, salieron molestos de la sala porque el nombre utilizado en México para su exhibición les arruinó lo que en verdad oculta Jackie Brown. En contraste, quienes no estaban familiarizados con la obra de Tarantino simplemente la dejaron pasar porque no se les antojó verla.

Hasta la fecha, en caso de hacer un ejercicio entre amigos sobre cuáles son las cuatro mejores películas del director, a varios les cuesta poner sobre la mesa a Jackie Brown, un filme infravalorado y que en su momento fue ignorado y castigado por el rechazo de un sector del público debido a la terrible idea de alterar su nombre original.