Después de un extraordinario recibimiento en el Festival de Cannes durante 2021, la película pudo estrenarse en México un año después gracias a la gestión de Cine Canibal. Con su exhibición, el público ha respondido con su asistencia a las salas para verla. Todo tipo de reacciones ha generado La civil. Desde opiniones favorables a críticas negativas, no pasa inadvertida para el espectador y genera conversación.

En ese sentido, haya gustado o no, la película pone sobre la mesa temas para discutir, comentar y debatir. Si bien es cierto que se trata de una ficción, también lo es que se aproxima a una realidad que nos lacera a lo largo de todo el país. Pero lo más importante es que nos acerca como ciudadanos, y no tanto como espectadores, a las madres buscadoras.

Para hablar más sobre lo que representa y trasciende esta producción, Spoiler entrevistó a la actriz Arcelia Ramírez, quien brinda una actuación memorable y transmite sus emociones como Cielo a quienes la ven al otro lado de la pantalla.

Entrevista con Arcelia Ramírez

La civil llegó a salas en un momento convulso para el país con más casos de desaparición y asesinato de mujeres. ¿Has vuelto a ver la película? ¿Qué nueva lectura le das dado el contexto que vivimos?

Sí, por supuesto, la volví a ver justo en la premiere. Llega en un momento en el que tenemos la sensación de que es el momento más delicado de la situación. Es un problema que venimos padeciendo desde hace muchísimos años. Últimamente hay casos muy visibles y el sentimiento es de que no podemos seguir con estas cifras feroces, cifras que son inadmisibles.

Creo que esta película llega a robustecer el debate, el análisis. Es un problema grave, una herida profunda que sangra y está abierta, una herida que debemos entender muy bien y saber por dónde se entrelazan todos los factores que intervienen para que algo tan grave esté sucediendo en el país.

La película además nos abre los ojos para prestar atención al ser que más sufre detrás de la desaparición de una hija. Me refiero a las madres buscadoras. ¿Qué tan sencillo o difícil fue para ti desprenderte del papel de Cielo si es que así fue?

Quizá conteste un poco técnico, pero con la experiencia he identificado con claridad cuál es la frontera entre la ficción y la realidad. Creo que saberlo distinguir permite ir hacia el personaje con más plenitud. Por supuesto que ha habido procesos en los cuales los personajes se han incrustado en mi alma, o en mi inseguridad, de tal manera que me los llevo a mi casa por miedo a no acceder al día siguiente a ellos, o porque llegaron en un momento personal en el que era difícil sacudírmelos. Pero no me pasó eso con La civil.

Paradójicamente se trata de un personaje muy doloroso, difícil, pero con el que no tuve esta situación de llevármelo a mi casa, o de no poder ser ella. Sí tuve un pensamiento permanente de sus motivos, sus justificaciones y decisiones.

Trabajamos mucho Teodora Mihai, la directora, y yo. Estuvimos reuniéndonos como mes y medio para hablar de cualquier cantidad de elementos que nos ayudaran a llegar al rodaje con mucho material para verificar y ella pudiera echar mano de lo que identificara importante para trabajar. Fue un trabajo exhaustivo de dirección de actores.

Tuve la fortuna de que me dirigiera ella. Es una directora que investigó con mucha responsabilidad y a profundidad el tema. El hecho de que sea rumana de nacimiento, belga de nacionalidad y mexicana de corazón, hizo que mantuviera distancia para poder ofrecerle al tema toda su complejidad, o la complejidad que ella quería contar a propósito del tema. Teodora conocía muy bien y amaba a Cielo, así que la esculpió. Yo me puse lo más dócil posible para interpretarla. Traté de no estorbar como Arcelia Ramírez. Era un personaje tan estructurado y tan maravilloso que no necesitaba meterle mano.

Si bien fue un personaje doloroso, lo disfruté mucho, sobre todo porque conté con la complicidad de los otros actores, que son Álvaro Guerrero, Jorge Jiménez, Eligio Meléndez, Daniel García, Mónica del Carmen. Cada uno estuvo ahí con una enorme convicción y una pasión por ser justos con las madres, padres, hermanos y hermanas que atraviesan por una situación semejante a la de Cielo.

Hay dos escenas brutales en la búsqueda que emprende Cielo: cuando acude a la funeraria y cuando va a la casa de seguridad abandonada. ¿Cómo fue para ti hacerlas?

Fueron escenas muy difíciles, especialmente la de “el infierno”, así le llamo a esa especie de casa de seguridad. Ese nombre es un juego con el nombre del personaje, Cielo. En sí, toda la película tiene una dimensión metafórica necesariamente. Bueno, esta escena la repetimos muchas veces porque era un plano secuencia larguísimo.

Debo decir que fue padrísimo ver cómo Teodora Mihai iba tomando esas decisiones estéticas en el rodaje con plena comunicación con su fotógrafo. Este plano secuencia, además de largo, fue muy complicado porque todos los elementos que estaban en el lugar debían estar en una sincronía perfecta. Tuvimos que repetirlo por distintos motivos: problemas con la luz, movimientos que no iban, etcétera. Entonces yo debía estar trabajando mi contención.

Teodora cuidó mucho el tono de la película, no quería que fuera melodramática ni amarillista, por lo que yo no debía pasarme de mi registro actoral, ni estar desprovista en el momento de intensidad. Y es que era durísimo lo que vivía el personaje en ese instante. Había que acceder a ese momento de ficción y sostenerlo, es decir, hacer la progresión dramática, llegar al corte de la toma y volver al inicio para hacer otra vez el mismo recorrido. ¡Fue un trabajo de concentración impresionante! No podía distraerme ni dos minutos. Cuando se tardaban en poner todo en su sitio para volver a iniciar, yo me quedaba ahí conteniéndome porque si iba por un café o iba al baño no hubiera estado emocionalmente preparada para cuando dijeran “acción”. Fue muy agotador.

Con las escenas de acción, las de los operativos, también fueron demasiado agotadoras. Por eso es que también me preparé físicamente. Hicimos la película en plena pandemia y no había todavía vacunas. Sí había un riesgo grande de que me pudiera enfermar, lo que hubiera significado detener el rodaje, algo que no me podía permitir. Así que me vitaminé, hice yoga todos los días. Fue impresionante sentirme lista físicamente para todas esas peripecias.

El final juega un papel fundamental porque le concede la oportunidad al espectador de interpretar otra historia dentro de la historia. ¿Cuál arista te gustaría que viéramos?

Quiero que vean el final que cada uno considere. Dependiendo de quién es, en qué momento de su vida esté y cómo le explote en su conciencia este contenido, será el final. Se me antoja que cada quien tenga su propio desenlace de la historia, un desenlace íntimo, personal. Creo que la película nos implica como espectadores y un tema como el que muestra no es para menos. Es para ponernos en sus zapatos y hacer la última dramaturgia.

La película ha tenido buena recepción del público

¡Afortunadamente! Estamos muy felices de compartir la película con el público mexicano. Es una película que ha tenido un recorrido muy bello por los diferentes festivales internacionales, empezando por el Festival de Cannes, que fue donde tuvimos el privilegio de ser seleccionados en ‘Una cierta mirada’ ganando el premio a la audacia. Fuimos recibidos por el público de forma muy generosa.

La reacción y la ovación en Cannes favoreció al deseo del público mexicano por ver la película. Se viralizó, la gente se apropió de esa noticia con muchas ganas de recibir una luz, un abrazo después de una situación tan tremenda como la que estábamos viviendo con la pandemia.

Llegó a 200 salas en todo el país. Es una suerte inmensa que Cine Caníbal haya tomado la película porque es una distribuidora extraordinaria que tiene calidad en las películas que distribuye.