Al pensar en las estrellas de Hollywood, es inevitable colocar en el listado de las más queridas a Keanu Reeves. Desde sus comienzos, el actor ha sabido ganarse el cariño del público gracias a su humildad, su carisma y su talento. Con papeles inolvidables en películas como Neo en Matrix, Jack en Speed o su impresionante John Wick, se posicionó como la celebridad favorita de los espectadores. ¿Qué hay detrás de esta inconfundible sonrisa?
El 2 de septiembre de 1964 nacía en Beirut Keanu Reeves. Desde muy pequeño, el reconocido actor debió enfrentar un sinfín de tragedias. La primera de ellas fue cuando apenas tenía 3 años. Es que su padre, Samuel Reeves, quedó preso por tráfico de heroína, abandonando a su familia. De esta manera, su madre Patricia, quedó al cuidado del futuro intérprete y su hermana Kim. Luchando para salir adelante económicamente, la mujer emprendió una mudanza a Sydney, luego a Nueva York y por último a Toronto.
La vida en el hogar no era nada fácil para Keanu. Según los reportes, su madre trabajó como stripper y volvió a casarse tres veces. En este sentido, el joven adoptó una conducta completamente rebelde. Su desafío constante a la autoridad, además de su dislexia, le provocaron unos cuántos problemas académicos que lo obligaron a dejar sus estudios. Es por este motivo que Reeves jamás terminó la escuela secundaria.
Aunque siempre fue un apasionado por el hockey, una lesión en su rodilla que hasta hoy le trae consecuencias, corrió el foco de atención del deporte. Lo cierto es que Keanu estuvo interesado en la actuación desde sus 9 años y, durante su adolescencia, se involucró para obtener pequeños papeles en teatro y en comerciales. Con muy pocos ahorros, emprendió un viaje a Los Ángeles con la esperanza de alcanzar el estrellato. Y no tardó en conseguirlo: se convirtió en el galán de los años 90.
Lo que distingue a Keanu Reeves es su crecimiento profesional a base de esfuerzo y humildad. No solo se trata de una persona nada arrogante, sino que además siempre se mantuvo lejos de los vicios que acostumbra la fama. De hecho, luego de que su mejor amigo -el actor River Phoenix– falleciera de una sobredosis, se encargó de rechazar a toda costa las drogas. Esto le permitió formar una trayectoria repleta de éxitos.
En 1994, marcó un antes y un después en su carrera al protagonizar Speed con Sandra Bullock, y en 1999 alcanzó el estrellato mundial con The Matrix. La felicidad duró poco: mientras tanto, debía acompañar a su hermana que padecía un diagnóstico de leucemia. A la par de que trabajaba en su propia fundación benéfica, conoció a la que sería la mujer de su vida: Jennifer Syme. La asistente de David Lynch y Keanu se conocieron en una fiesta y un año más tarde, ella anunció su embarazo.
Las malas noticias volvieron a la vida de Reeves: la bebé, llamada Ava Archer Syme-Reeves, nació prematura y falleció antes de que los médicos pudieran salvarla. La relación de pareja rápidamente sufrió un deterioro y decidieron ponerle punto final a su vínculo, manteniendo solo una amistad. No obstante, un año más tarde Jennifer murió en un accidente de autos provocando otra tragedia en la historia de Reeves. Tras tomarse un tiempo para su duelo, el actor se convirtió en una verdadera inspiración que sabe disfrutar cada día como si fuera el último.