Para quienes nos acercamos o cruzamos la edad de los 40 años, hemos llegado a ese punto de titubear cuando nuestros hijos o sobrinos preguntan qué papel jugamos como individuos ante ciertos movimientos sociales, culturales o políticos del país. ¿Qué hicimos o dejamos de hacer en esas revoluciones para ofrecerles el presente que ellos actualmente viven?

A su vez nos dan el empujón para cuestionar o valorar esa misma interrogante con nuestros padres y abuelos. ¿Dónde estaban durante los tiempos convulsos? ¿Qué hacían? ¿Les preocupó su presente pensando en nuestro futuro como entes pertenecientes a una sociedad? Ese ejercicio es un volado: la respuesta puede ser sorpresiva o decepcionante. Surge de inmediato otra pregunta: ¿qué hacemos con esa respuesta?

En el caso de Lei Lei, el director decidió trasladarla a un relato del periodo crítico en la historia china que vivieron su padre y abuelo. Cuenta esas experiencias de sus antecesores mezclando documental con animación. Mediante el uso de fotografías, plastilina y Pop Art narra la adversidad que debieron enfrentar en la Revolución Cultural de China o los mecanismos de opresión maoísta.

Pero lo hace tomando distancia emocional. No involucra sentimientos para sumergirse en ese pasado que marcó su historia familiar. Guarda esa sensibilidad en un cajón para actuar como un relator lejano -quizá indolente- de lo sucedido. Por ejemplo, tapa los rostros de las fotos con caras pintadas al más puro estilo del Pop Art. Vaya, enmascara lo que genera contacto directo con las emociones, como si no quisiera ver esos rostros humanos, e impidiéndonos a nosotros hacerlo.

Por temor o indiferencia, Lei Lei establece una barrera con el pasado. También es posible que no le interese debido a que pertenece a una generación a la que le importa poco o nada la historia. Es más, hasta puede odiarlo.

Entonces, ¿para qué recurrir al pasado como elemento creativo? Probablemente sea un tímido proceso de continuar en la búsqueda de respuestas que satisfagan sus inquietudes en torno a su árbol genealógico y su posición en el curso de eventos históricos relevantes. Cabe también la posibilidad de que nosotros, los padres o tíos de 40 en adelante, todavía no queramos comprender que el pasado estorba.