Reiniciar la vida escolar en un colegio nuevo es difícil para el recién llegado. Acoplarse a un sistema desconocido es adversidad, mayor aún si proviene de una condición social distinta al resto de quienes confluyen en el entorno por descubrir. Pero el forastero no es siempre el niño y sí el adulto que, para no variar, es la mamá. No se diga en México, país que tiene como nada presumible sello distintivo la ausencia paterna, ya sea en la familia o en las actividades de sus hijos. En este caso, Claudia (Ana González Bello) es madre soltera.

Como muchas madres preocupadas por darle una buena educación a sus hijos, Claudia consigue que Chuchín (Ruy Gaitán) sea aceptado en una escuela particular de alto perfil económico. En un principio eso parece no importarles del todo, sin embargo, de manera inevitable, se verán afectados por eso. Roberta (Gabriela de la Garza), una mamá que se siente dueña de alumnos y profesorado, se encargará de hacerles la vida imposible.

En un universo tan cotidiano para quienes tienen el privilegio de pagar colegiaturas en el proceso educativo de sus hijos, el guionista Ricardo Avilés encuentra una historia que hace bien en orientar hacia la comedia. En primer lugar porque habrá mamás o adultos que se sientan identificados por ese ambiente de colegios particulares que es real y se reirán de sí mismos. En segundo lugar, porque a través del humor se genera un conducto para prestar atención a temas sensibles como las paternidades ausentes, el clasismo, el vacío existencial de mujeres que parecen ser invisibles en sus matrimonios, la lucha por el poder para alimentar el ego.

Un acierto de la directora Silvia Tort para trasladar lo escrito por Avilés a la pantalla está en el casting, especialmente de sus dos protagonistas. La química de animadversión que requieren sus personajes fluye de forma natural, sin exageración. Gaby de la Garza hace gala de su experiencia para destacar y para que luzca Ana González Bello, que a su vez se desenvuelve con simpatía en el tono que plantea la película.

Pese a que puede sentirse la textura de formato televisivo, o de un extenso episodio televisivo, y con la consideración de que su intención es entretener al espectador por un ratito, Las vocales resulta amena. Otro punto a su favor es que mientras influencers hacen precisamente sketches con base en mofas del ecosistema escolar de paga, aquí se desarrolla una trama con subtemas de fondo que pueden comentarse o cuestionarse.