Niñas y niños se lavan las manos en su ingreso al salón de clases. Las maestras y el director del colegio usan cubrebocas. Ese pequeño universo escolar de la ciudad Clermont-Ferrand nos indica que la historia del director Jacques Doillon ocurre en pandemia y que gira en torno a los infantes de esa escuela.

Pero de golpe nos ubica en un contexto incómodo que de inmediato requiere nuestra atención no solamente como espectadores, sino también como adultos o padres de familia. ¿Con qué? Con el acoso escolar y la violencia infantil. Lo hace a través Claire (Roxane Barazzuo), una niña que cursa el tercer grado de primaria y es víctima de ofensas, golpes e incluso hostigamiento sexual por parte de Kevin (Cyril Sader), un niño agresivo que se siente con autoridad para hacer con ella lo que quiera.

Las preguntas son inevitables. ¿Dónde están los adultos? ¿Por qué la escuela no se da cuenta de lo que sucede? ¿Qué pasa en los núcleos familiares de estos pequeños? Las respuestas han de llegar; Doillon desmenuza los componentes de esa situación crítica que puede llegar a un peor término en caso de que no se intervenga con prontitud.

Además de responder a esos cuestionamientos, introduciéndonos a las contradicciones familiares de los niños y las relaciones paternofiliales de cada uno, Doillon se anima a dar un giro en la trama que pone en aprietos nuestros juicios como adultos y obliga a ponernos en los zapatos de esos infantes con el rumbo que toman sus diferencias. ¿Puede surgir una amistad entre Claire y Kevin después de las agresiones de él hacia ella? Sí, se puede, y ahí viene una alternativa confrontativa del cineasta hacia el espectador.

De igual forma deja como efecto colateral en cada persona la interrogante sobre cómo y cuánto habrán sufrido los menores de edad en sus hogares con la pandemia. A eso se suma la inquietud por saber cuánto tiempo tardará en observarse los estragos de los daños originados por el encierro, la convivencia con adultos que probablemente no hayan sido una grata compañía y qué hacer ante la detección de conductas violentas en los infantes dentro de centros escolares.

No es menor el hecho de que Doillon haya apelado a la ausencia de música (salvo en escenas muy íntimas) para contar con más densidad y ternura los acontecimientos que viven sus personajes. Mención aparte a la actuación de Nora Hamzawi como mamá de Claire porque se sale por completo de la imagen que tiene como humorista en Francia y se mete en la piel de una madre que debe entender a su hija y a un niño cuya familia no lo quiere.