La primera película de Rápido y Furioso se estrenó en 2001. Desde entonces, este emocionante mundo de carreras ilegales y acción desenfrenada se ha convertido en un fenómeno global que Universal Pictures ha sabido explotar a la perfección, convirtiéndolo en una exitosa saga de su catálogo.
Este jueves, llega a la pantalla grande la décima entrega de la saga, Fast X, donde Jason Momoa asume el papel de Dante, el principal villano de la historia. La trama nos sumerge en la venganza de Dante, quien resurge del pasado para cobrarle a Dominic Toretto (interpretado por Vin Diesel) por haberse metido con lo que más amaba.
En la novena película, F9, ya habíamos presenciado cómo la franquicia desafiaba la verosimilitud y se transformaba en un universo más cercano a los superhéroes que a la realidad. En Fast X, esta apuesta se renueva con escenas imposibles y acrobacias automovilísticas que solo esta saga puede ofrecer.
El absurdo y la diversión se entrelazan de manera tan marcada en Rápido y Furioso que se convierten en su sello distintivo. Como si se tratara de la famosa franquicia Sharknado, pero con un presupuesto mucho mayor, Rápido y Furioso no le teme al ridículo y está dispuesto a todo para entretener a su fiel público, que ya forma parte de su familia.
+El punto débil de Fast X
Si hay que hablar de fallas en esta nueva entrega, la animación de algunas secuencias puede considerarse como su punto más débil. Algunos planos muestran aviones cuyos efectos CGI no resultan tan bien logrados y secuencias de automóviles donde se pueden notar algunos hilos. A pesar de esto, la historia sigue su curso, y aunque tenga algunos baches, al final del día, es lo que menos importa en esta saga que se acerca cada vez más a su despedida.