En la entrega del Ariel 64, Leonardo Ortizgris estuvo nominado a mejor actor por su trabajo en Los minutos negros, adaptación de la novela escrita por Martín Solares. La película llega a ViX Plus para que el público pueda ver su interpretación como el detective Vicente Rangel, un hombre interesado en hacer justicia dentro de un sistema asfixiado por la corrupción y la impunidad.

Es la década de los setenta en el norte de México. Rangel investiga una serie de feminicidios e infanticidios que azotan la región. Durante su investigación se enfrenta a un universo oscuro en el cual las autoridades también están coludidas para proteger al asesino. La pregunta no solamente es quién, sino cómo atraparlo. 

Dirigida por Mario Muñoz, la película corresponde al género del cine negro, el film noir. Es un género poco explorado en la actualidad del cine mexicano, sin embargo muy afortunado con este trabajo que también representó una novedad en la trayectoria de Ortizgris. Sobre este tema y varios más platicamos con él en Spoiler. 

Entrevista con Leonardo Ortizgris, protagonista de Los minutos negros

¿Cómo fue el proceso de construir al personaje de un detective como Vicente Rangel considerando que a la figura policíaca en México actualmente se le concibe como un enemigo de la sociedad, corrupto, y no como alguien que busque hacer o impartir justicia?

No fue fácil. No fue nada fácil construir a este héroe. Se complicó más cuando comenzamos a investigar y profundizar sobre quién era Rangel y qué significaba ser policía. Crecí en una generación que tuvo y tiene miedo, desconfianza a la policía. Salir de fiesta o concierto y ver a la policía cerca era para tener cuidado de ellos. Esa percepción, creo, sigue igual con la generación actual, o peor.

Para llegar al personaje de Rangel que interpreto, Mario Muñoz (el director) y yo nos reunimos con policías que trabajaron en Ciudad de México durante los años setenta. Nos contaron una cantidad de anécdotas brutales sobre usos y costumbres de la policía para sacar la verdad, sobre cómo comportarte con la práctica de tortura, malas mañas y malos manejos. Lo que yo me imaginaba era leve a comparación de lo que nos contaron.

Esa conversación ayudó a dimensionar la historia que queríamos contar y cómo íbamos a contarla. Pero lo difícil, lo verdaderamente complicado fue cuestionarnos lo adverso que es buscar la justicia en un país como el nuestro. No dudo que haya jóvenes con intención y vocación de ser policía con el propósito de proteger su pueblo, colonia o cuadra, pero el problema es cuando ingresan a una institución policíaca y se enfrentan a una realidad que los corrompe. Es difícil transitar de manera honesta y transparente en una institución podrida que te hace doblar la vuelta para hacer todo a la mala. En ese contexto hice transitar a mi personaje.

Leonardo, la película nos ubica en los años setenta en una región que en películas de esa época, algunas de ellas con los hermanos Almada, el tema era el trasiego de drogas. Acá no. Los minutos negros pone en el mapa de ese periodo a los feminicidios e infanticidios, crímenes de los que se habla mucho hoy, sin embargo ocurrían desde ese entonces. ¿Cómo fue para ti trasladar estos fenómenos criminales a ese periodo en la ficción?

Algo que me interesó desde un principio fue que la historia me provocó en el sentido de querer hablar sobre feminicidio, infanticidio e impunidad en este país. Me provocó el hecho de que esas situaciones no han cambiado. Lo único que ha cambiado es que hoy día se habla más de eso, se tiene mayor noticia de que acontecen. Pero lastimosamente hablar de ello no ha logrado que desaparezcan estos actos tan terribles, tan inhumanos, tan dolorosos. ¡No puede seguir pasando esto!

Me parece un desgaste… Me parece lo más terrible de una sociedad, de la putrefacción de una sociedad. No puede ser que siga ocurriendo esto en nuestro país… Mujeres con miedo, asustadas, violentadas, y que no seamos capaces de transformar eso. Me parece vergonzoso, dolorosísimo.

Hablando con Mario (el director) le dije que nos debíamos ir con todo para abordar estos temas. Claro, desde donde nos toca, que en este caso es el cine con una película de género (como el noir). Él me dijo que sí, que lo hiciéramos. Una de las escenas más duras para mí fue en la cual vemos a Rangel llegando a la zona del crimen. Fue duro porque me cuestioné cómo es posible que en 50 años nada haya cambiado. La película me generó muchas preguntas. Por ejemplo, ¿no van a cambiar los usos y costumbres de la policía, de nuestras instituciones corruptas, de la desprotección que tienen las mujeres en México? Me parece muy vigente la película aunque la historia ocurra en los años setenta. 

Como actor que eres, ¿cómo es la experiencia de incursionar en el cine de género, en este caso el film noir, o cine negro?

Fue algo completamente nuevo para mí. Debí trabajar con mucha intuición en el trayecto para ir comprendiendo cómo se iba a contar la historia y cómo debía manejar mi interpretación. Tracé dos ejes: desde qué lugar y desde qué verdad íbamos a contar la película. 

Con base en los referentes cinematográficos que yo tenía, apelé demasiado a la intuición por un motivo: las películas que vi hablaban de realidades distintas a la mexicana. Tenía que identificarme con las instituciones mexicanas, con el funcionamiento de la policía en nuestro país, con la operación de sindicatos y políticos. No es lo mismo cómo se maneja un detective de Detroit o San Francisco en los años setenta que uno en el norte de México. 

Mario Muñoz tenía un rompecabezas muy grande, de muchas piezas, y él lo fue armando para que la película se convirtiera en este constructo de tono noir y emocionante. Aunque Los minutos negros toca temas terribles, resulta un contenido emocionante. Está pensada también para que el espectador esté al filo de la butaca preocupado en lo que va a pasar, metido en la historia por saber en qué terminará. En ese sentido, Mario me dio libertad para ir trabajando mi personaje, pero igualmente me acompañó como guía para decirme por dónde o cómo desenvolverme. Hacer cine de género en México es una buena oportunidad de ofrecerle al público algo más para ver, entretenerse y pensar.

El cine tiene la cualidad de mandarnos a casa con más preguntas que respuestas ante lo que se ha visto. Uno como espectador puede cuestionarse distintas cosas sobre una película. ¿Qué te cuestionas como actor-espectador luego de ver Los minutos negros?

A mí me cuesta mucho verme a mí mismo en la pantalla porque soy muy crítico conmigo. Con esta película en particular, luego de verla, me acerqué con Mario para comentarle “oye, qué cosa tan terrible estamos contando”. No me la imaginaba así. Es muy densa, no hay respiro. Pero me parece un trabajo que de alguna u otra manera nos protege, es decir, sabemos que hay una malla que nos indica que es una ficción, una película policíaca. Al tomar conciencia de que es una ficción, no nos metemos de fondo en la miseria humana que sí abordan otras películas. Se agradece que sea una película un poco comercial para mostrar temas sensibles que quizá nos dolerían más si tuviera otro enfoque. 

Acerca de preguntarnos y reflexionar después de ver una película, se trata de un ejercicio que me gusta. Me agrada conversar para saber qué te movió, qué te hizo sentir lo que viste. Pero no todo el cine te permite eso, no todo el cine es así. Hay películas procesadas que no te motivan a pensarlas más allá. Por el contrario, terminas de verlas y solamente piensas en pagar el estacionamiento. Este es el tipo de películas que quiero ver.