Como futbolista, un ídolo. Como comentarista, un personaje controvertido. Pero Hugo Sánchez es también un hombre. Debajo de una personalidad que es identificada por un ego elevado y de constantes autoelogios, se resguarda la identidad frágil y honesta de un tipo al que difícilmente le gusta mostrarse así fuera de sus círculos más íntimos. 

De hecho, sus seres más amados son quienes dan la pauta para abrir y desglosar como individuo a quien es concebido como el mejor futbolista mexicano de todos los tiempos. Su esposa e hijas son fundamentales para convertir Hugo, el gol y la gloria en una puerta abierta para conocer las entrañas de ‘el Pentapichichi’, quien a su vez acepta esa apertura mostrándose en una faceta impensable para muchos: un sujeto sensible capaz de derramar lágrimas sin importarle que lo vean. Motivos tiene para llorar. Por ejemplo, la muerte de su hijo Hugo, fallecido en 2014. 

 

También derramó lágrimas de adolescente por la frustración de anotar un gol en un partido irrelevante para cualquiera pero no para él, tal como lo ventila Mario Carrillo. Ese llanto es indicativo de su perfil emocional pocas veces explorado o comentado. Se trata de manifestaciones sentimentales que el propio Hugo Sánchez debió reprimir u ocultar para forjarse un carácter que lo llevó a tener el mundo a sus pies -ser delantero del Real Madrid y marcar 38 goles al primer toque deriva en posicionarse como el centro del planeta-, una forma de ser ante el público que ha causado animadversión e irritación en los demás. Sin embargo, como lo reflexiona el escritor Juan Villoro, falta comprender que ‘Hugol’ tuvo que ser así después de las circunstancias en contra que enfrentó para triunfar en el futbol europeo.

Ser Hugo Sánchez no es fácil. Así como Tomás Boy, Luis Flores y otros integrantes de la Selección Mexicana en 1986 debieron sostener una compleja relación con él para interactuar, su familia también. La obsesión que tiene por la excelencia en todo es incluso cuestionada por una de sus hijas, una chica que al mismo tiempo es confrontación y reflexión para ‘el Niño de oro’ a estas alturas de la vida, periodo en que no le tiene que demostrar nada a nadie sobre su legado en las canchas.

Dirigido por Francisco Javier Padilla y producido por Mónica Lozano, el documental llega a Prime Video para contar a través de sí mismo y otras voces a un Hugo Sánchez que también es humano con o sin la pelota de por medio. 

Entrevista con Hugo Sánchez sobre Hugo, el gol y la gloria, de Prime Video 

Una de tus hijas comenta en Hugo, gol y gloria que como persona te guardas todo con tal de no dañar a los demás. ¿Te guardas todo? ¿Por qué?

Realmente no me guardo todo. Hay cosas con las cuales tengo capacidad de resolver. Lo que pasa es que en momentos difíciles y complicados soy muy frío. Para eso me ayudó mucho el futbol porque ha habido instantes de mucha presión y mucha responsabilidad. Me he ido preparando mentalmente para sacar adelante esas situaciones sin tener que preocupar a los demás. Y si son seres queridos, pues menos. 

Para eso tengo a compañeros, maestros o amigos que puedan apoyarme. Como el futbol es lo que más me ha gustado en mi vida, desde niño tracé metas y objetivos para llegar lejos en este deporte. Desde que era menor fui tomando conciencia sobre lo que debía hacer, o qué metodología podría desarrollar para cumplir con mis propósitos. Me ha ido bien tal como lo planifiqué desde niño y lo sigo practicando (ser frío). Hasta la fecha mantengo esa ideología de vida. 

En el documental mencionas que le diste prioridad al futbol por encima de tu familia cuando fuiste a Europa. ¿Cómo ha sido la transición para ponderar a tu familia por encima del futbol?

Para mí la familia ha sido mi motor, la motivación de mi vida. Tras conocerme a mí mismo a partir de mis cualidades y defectos, estando en mi familia inicial (padres, hermanos) en un ambiente de cordialidad y apoyo, me fui formando de tal manera que se me quedó en la cabeza mi padre presumiendo a sus amigos que yo iba a ser el mejor futbolista en la historia de México. 

Se me metió tanto en la cabeza que se me quedó y no lo saqué de ahí para no hacer quedar mal a mi padre con sus amigos. Luego mi madre me dijo que tenía que ser el mejor en todo: mejor hijo, mejor novio, mejor esposo, etcétera. Crecí con esa educación, con esa mentalidad. Como fue algo que me funcionó, se los he querido transmitir a mis hijas y a mi hijo Hugo, que en paz descanse. Lo que yo viví y me ayudó quise comunicárselos. En algunos casos lo captaron y en otras les parece una exigencia diferente a la que están acostumbrados.

Después del periodo de Pumas, Selección Nacional y haber terminado mi carrera de dentista, me fui a España para jugar en Atlético de Madrid. Me fui porque quería ser el mejor de México y el mejor de Concacaf. Para ser el mejor tenía que irme a Europa. Entonces me fui asesorado con el pensamiento de que si quería cumplir mis metas y objetivos tenía que estar concentrado en ello. 

Como me dijeron que en España había mujeres muy guapas y eso podía desconcentrarme, me sugirieron irme casado. Así que me casé. Tuve a mis hijos Hugo y Hemma. Si bien me daba ilusión tener familia, ese primer matrimonio ocurrió por el futbol. Por eso digo que me casé con el futbol. Y sí, primero fue el futbol y después la familia.

Pasaron los años para que tuviera experiencia y madurez en la toma de decisiones. Toda vez que transcurrió mi etapa grande como futbolista, después de tener más de 30 años, mi forma de ver las cosas cambió. Pude concentrarme en lo que es mi familia. 

Ver llorar a Hugo Sánchez no es algo común. En pantalla lo haces hablando de Hugo, tu hijo. ¿Por qué decidiste abrirte de esa manera?

Si la película documental es para que me conozcan como persona y como ser humano, pues tengo que ser auténtico. Como se dio la oportunidad de que fuera así, quise hacerlo con mucho gusto. La gente me ubica como futbolista y director técnico, y no todo el mundo.  Como persona solamente me conocen mi familia y los amigos cercanos.

Este trabajo me permitió abrirme, abrir el corazón en determinados pasajes y ser como soy. Esos momentos difíciles (como la muerte de Hugo) son para aprender a vivir con ese dolor. No solamente perdí a mi hijo Hugo, sino también a mi padre y a una de mis hermanas. 

Son dolores complicados. Lo normal es que se vayan primero los abuelos, después los padres y luego uno, pero cuando se va primero un hijo como que no te cuadra. Eso sirve para aprender a vivir con ese dolor. Es lo mismo como aprender a vivir con gente que no piensa como tú y no comulga con tus ideas. Se trata de aprender a lidiar y vivir con esas situaciones.